14 JULIO, NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA

No puedo decir más que mi Dios, me cuida y me regala todo lo que me merezco, pues no me abandona y mi calidad de vida es extraordinaria. Mi psiquiatra me ha dado una medicación que me hace reír, no pensar, no me torturan los recuerdos, duermo como una reina y tengo el ligero equipaje de la vida, para no quejarme, y cuando parta, lo haga con mi justicia recibida.

Tengo a mi amiga que me llama y cada vez me cae mejor, es estupenda en sus conversaciones y me dice cosas que jamás he escuchado; respeta que no tenga prisas en nada, hasta que por las barbaridades que me han hecho, quede algo reparada y dispuesta a volver a confiar. El lunes es mi santo y acaban de invitarme unas amigas, que cumplían años, y ellas vendrán a mi casa el día 16 de este mes, para tomarnos unos helados. Me hablo, soy querida y respetada por las personas que yo quiero, las malas las dejo fuera y me importan un bledo. Todo se lo debo a las ayudas recibidas de mis profesionales, que han estado ayudándome y seguirán haciéndolo, porque soy consciente de mi grave depresión, pero la reconozco y busco remedios, para ir sobreviviendo a los ensañamientos y agresiones que he recibido, para que me volviera  loca o incitarme al suicidio.

Las envidiosas que me persiguen, no pueden ver la luna de las noches, se mueren de rabia, porque están solas y nadie las quiere, son insociables y llenas de maldades, así que se consuelan con la sombra de sus propias compañías, y el apodo que tienen es atinado y conocidas de maravilla. Demasiado buena soy, que no voy denunciando a quienes se lo merecen, pero si me entero de que siguen difamándome, tomaré las medidas oportunas.

Ahora tengo mi casa preciosa, me dicen que parece de Alicia en el país de las maravillas, pues es muy acogedora y bonita; solo espero del cielo el futuro, si llega, con la esperanza de poder compartirla con la mujer soñada.